Si es posible expresar la historia de un país a través de su música, Manuel de Falla (1876-1946) personifica mucho del sentimiento y pasión de los años que vivió a través de su obra. Intensamente católico y, a través de una correspondencia viva, en contacto con personajes importantes del mundo de arte y gobierno, su música es muchas veces un espejo de los cambios políticos convulsivos sufrido por su país antes y durante la Guerra Civil Española. Fue criticado por críticos convencionales por su admiración hacia la música francesa (algo que empieza a sonar ya familiar).
Al principio, cuando vivía en Madrid, sus obras contenían lenguaje musical tradicional. Luego durante un tiempo experimentaba con composiciones al estilo popular de la zarzuela. Pero, al sentirse restringido por el modo formur de este último, se permitió abarcar el reto de elevar la música tradicional de los gitanos al nivel artístico más alto, pero manteniéndose fiel a sus raíces.
Mas adelante se vio influido por el neo-clasicismo de Stravinsky quien visitó Madrid cuando Diaghilev y el Ballet Russe actuó en dicha ciudad. Consecuencia de esta influencia fue la obra enormemente popular ‘El sombrero de tres picos’, con diseños de Picasso y coreografía de Massine.
Los últimos años de De Falla fueron tristes. Dejó la España nacionalista para trabajar a Buenos Aires en 1939 y nunca volvió a un país al que, después de la Guerra Civil y la muerte de su amigo Lorca, no sentía como propio. A pesar de sufrir mala salud y carecer muchos veces de medios, De Falla seguía dando todo lo que podía a los más necesitados, incluyendo los exiliados republicanos en campos de refugiados en Francia. Luchaba con la que sería su obra más grande (incluso sin estar terminado en el momento de su muerte), Atlántida, una cantata ambiciosa que para él tenia connotaciones religiosas y morales.
Recordado más por sus composiciones coloridas y folclóricas que por sus obras eclécticas de los años 20, sus obras suponen un gran ejemplo de lo que se puede conseguir dentro de la estructura de tonos de la primera mitad del siglo XX.
Si la música es indistinguible de la personalidad de su compositor (algo que en mi opinión es cierto y por eso Wagner me resulta tan problemático), entonces Manuel De Falla es un hombre sobre el que me gustaría saber mucho más.
B.R.
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