La Orquesta Sinfónica de Bournemouth, con más de 300 discos grabados en su haber, va de gira por el Reino Unido con un especial compromiso con el suroeste del país, y visita con frecuencia el Bristol Colston Hall. Son los que están más cerca de ser la orquesta propia de la ciudad. Estuve en su concierto de ayer por la noche. ¿Pero dónde estaban los lugareños? Calculo que sólo una décima parte de la sala, aproximadamente, estaba llena; había filas y filas de asientos vacíos para disfrutar de una excelente noche con su director principal, krill Karabits, que actualmente disfruta de una creciente reputación internacional. He estado mirando el programa del Colston Hall para 2013-14. Con nueve conciertos, la Orquesta Sinfónica de Bournemouth será la columna vertebral de la serie, pero ¿realmente se lo merece Bristol?
¿Y el concierto de anoche? El pianista surcoreano Sunwook Kim, que ganó el Concurso Internacional de Piano de Leeds en el 2006, cuando sólo tenía 18 años, fue el solista. En Leeds tocó el Primer Concierto de Brahms pero ayer interpretó el Segundo. ¡Conoce bien su oficio! Fue una actuación brillante y, por supuesto, bien respaldada por la orquesta, recibiendo el papel del violonchelo en el Andante una mención especial del solista y el público por igual. Debo confesar que Brahms no me conmueve mucho. Lo encuentro pesado y muy teutónico, aunque esta actuación me retó a revisar mi opinión. Veo que en mayo del próximo año, durante dos noches consecutivas, la Orquesta Sinfónica de Bournemouth y Karabits interpretarán las cuatro sinfonías de Brahms.
El concierto comenzó con el Vals Triste de Sibelius, que forma parte de la música incidental de una obra llamada Kuolema del escritor finlandés Arvid Järnefelt, cuñado de Sibelius. Fue un arranque encantador, hermosamente interpretado con la delicadeza que merece, con la elocuente mano izquierda de Karabits moldeando la forma de la música. La obra final tras el descanso fue la 7a Sinfonía de Dvorak, encargada por la Royal Philharmonic Society y estrenada en 1885. Tengo una grabación de 1957 de la Halle y John Barbirolli y, por lo tanto, la conozco bien tras varias escuchas repetidas. La estoy escuchando ahora mismo mientras escribo. La actuación de anoche pareció concentrarse en las tinieblas y el vigor de la partitura, mientras que Barbirolli resalta quizás la belleza y la ternura.
Fue una buena noche, que acabó a una hora en la que pude coger un tren que me llevó a casa a una hora decente… pero todos esos asientos vacíos…
B.R.