B.S.O. y Krill Karabits

Un concierto brillante el de anoche en el Colston Hall de Bristol, con la Orquesta Sinfónica de Bournemouth en plena forma. En este concierto, bajo la batuta de su principal director, Krill Karabits, la orquesta, siempre de confianza y fiable grabación, y con más de 300 actuaciones en su haber, interpretó con precisión y opulencia. Una vez dije en un post que Karabits no es carismático y un lector me reprendió (todos los comentarios son bienvenidos). En realidad, lo dije como un cumplido, en el sentido de que se esmera mucho. Se sube a la tribuna como alguien que está allí para hacer un buen trabajo y no para mostrar su control físico sobre los músicos; y la orquesta le responde en consecuencia. Hay una gran relación entre ellos.

Fue un programa interesante, bien elegido para mostrar la habilidad de la orquesta y de su director. El solista del primer trabajo de Benjamin Britten, su Concierto para violín, fue el canadiense James Ehnes*, que tocó con su habitual delicadeza y compromiso. Un espectáculo maravillosamente bien valorado, con un suave solo de Bach en los bises, exigido por los aplausos del público. Las notas del programa sugerían que la emoción del primer movimiento de Britten se podía interpretar como el lamento del compositor ante el fracaso de la guerra civil española.

La valoración exigía el mismo tipo de virtuosismo que en la primera obra, una suite de «El Tábano», basada en la música de Shostakovich para la película de 1955 del mismo nombre. Con una orquesta ampliada con seis percusionistas, dos arpas y ocho instrumentos de metal, fue muy divertido. Todo el mundo parecía muy sobrio pero yo me reí con algunos movimientos, especialmente el tercero, «Fiesta Nacional», en el que todos los intérpretes tocaron con fuerza y yo fui lo suficientemente audaz como para susurrar ‘bravo’, con la desaprobación de un oyente próximo. Fue una apertura espléndida.

Y luego, tras el descanso, vino la Séptima Sinfonía de Prokoviev; su respuesta ante la crítica del Congreso de la Unión Soviética comunista a la sexta sinfonía. Una vez más, un rendimiento muy disciplinado, pero con el sonido abierto característico de una B.S.O.. Al parecer, el mismo equipo planea grabar todas las sinfonías y esto fue una impresionante muestra de lo que debería ser un buen proyecto (además de competitivo, dado que veo que hay al menos ocho conjuntos completos disponibles en la actualidad). Creo que esta ha sido una primera audiencia para mí y he disfrutado más de la puntuación magistral que del propio trabajo. Otro gran aplauso y esta vez es para el director a quien el público de Bristol parece haber reservado para sí. Karabits respondió haciendo tocar de nuevo a la orquesta el gran tema del último movimiento, como si de una despedida se tratara, antes de que nos aventurásemos en la noche helada.

B.R.

* Ver publicación del 28.01.11

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