Fuente:desconocida, difundida vía redes sociales |
Economía 2011, calendario electoral; 2012 pagamos la consecuencias (artículo solicitado por la Asociación de la Prensa en abril 2012)
A estas alturas es difícil hacer un balance económico de 2011 sin hacer referencia a 2012 y a todo lo que acontece en estos momentos. Las elecciones generales han provocado una espera de otros tres meses antecedidos de anteriores retrasos derivados de la “perniciosa interferencia del fragmentado calendario electoral español en la política económica” (cito textualmente de José Luis García Delgado).
Uno de los males que ha afectado en 2011 a la política económica española ha sido la falta de determinación en la políticas de ajuste que el país necesita. Nuestro excepcional grado de endeudamiento y las dudas de nuestros prestamistas no dejan mucho margen para otras medidas que no sean un rápido e importante ajuste que venimos retrasando desde hace varios años. Por no hablar del incumplimiento de los objetivos del déficit por parte de las CCAA españolas igualmente condicionadas por su cita electoral también relativamente reciente.
Las consecuencia de estos retrasos no se han hecho esperar. Estos primeros meses de 2012 los mercados, pese a los ambiciosos ajustes propuestos por el gobierno de Rajoy -los más importantes desde la llegada de la democracia en España-, están presionando fuertemente a nuestro país (prima de riesgo, mercados de valores etc.) ante las expectivas de tener que ser rescatada. En un reciente artículo en The Wall Street Journal con le título: “The pain in Spain” se citan consideraciones que van más allá de los datos oficiales. Factores tales como que la economía española tiene una gran bolsa de deuda oculta (hasta un 50% más que la cifra declarada); o que los precios de la vivienda caerán otro 35% adicional, o también que nuestro sistema bancario tiene problemas relevantes -se oculta que tenemos algunos de los bancos más competitivos del mundo-; o que la economía no se ha estabilizado y sigue deteriorándose debido a que tiene el mercado laboral menos competitivo de Europa y que, además, “la Unión Europa no tiene capacidad financiera ni ganas de rescatarnos”.
La altísima tasa de desempleo y el “cierre” del sector inmobiliario ha dejado a la economía española en una situación de pasmosa debilidad. Es imposible financiar el estado de bienestar social y sus prestaciones sociales en una situación así. Esto puede gustar o no, pero es la realidad. Nos estamos empobreciendo de forma muy acelerada. Hemos financiado un modelo económico con dinero que no es nuestro. Ahora ese modelo no tiene credibilidad ante nuestros prestamistas, ni tan siquiera para renovar créditos, mucho menos para incrementar nuestro endeudamiento. Hay que hacer recortes de mucha entidad.
Los gobiernos (central, autonómicos, locales…) han gestionado mal esta crisis desde el principio. No se supo defender al sector inmobiliario con las medidas excepcionales que requería en los momentos más tempranos de la crisis, más bien se asumió resignadamente su hundimiento sin percatarse que esto conllevaría sufrimientos y dolores inmediatos proyectados en un sistema bancario cuyo descomunal coste de asimilación todavía no ha concluido y que ha arrastrado instituciones bien conocidas por todos nosotros.
Paralelamente no se ha hecho énfasis en ningún tipo de política capaz de regerar nuestro tejido productivo con otros sectores y empresas ajenas al sector inmobiliario. Más allá de la reforma laboral, seguimos haciendo las políticas más torpes y retrógradas en materia de TIC, no sabemos sacar provecho a nuestra colosal inversión en infraestructuras y equipamientos para atraer masivas inversiones en sectores de futuro, hemos sido pasivos a la hora de hacer reformas educativas, explotar la sociedad del conocimiento, etc. etc. Y ni tan siquiera hemos aprovechado muchas circunstancias favorables para explotar el potencial de la marca “España” (asociada a nuestras empresas más competitivas, el deporte, el clima, nuestra gastronomía, turismo, etc.).
En definitiva vivimos anclados en una cultura perniciosa de ajuste y de sacrificio superficial, lo que va debilitando el consumo privado y público y hundiendo las expectativas de la inversión. Esto a su vez genera más paro y más debilidad de nuestra economía reflejada en más déficits estructurales. Una espiral que se retroalimenta y que debería haberse roto con un ajuste rápido y fuerte en los momentos más iniciales de nuestra crisis económica.
La situación de la economía valenciana y la alicantina reflejan de forma especialemnte dura la situación descrita. 2011 pasará a la historia por ser el año de la desaparición de nuestras entidades financieras regionales y provinciales, consecuencia de un hundimiento absoluto del sector inmobiliario. Unos déficits estructurales que ahogan sobremanera a las administraciones. Especialmente nuestra Comunidad Autónoma, la más endeudada de España en términos relativos. Deudas que tienen y tendrán en 2012 efectos adicionales devastadores y acumulativos en muchas de nuestras empresas, pero también en muchos de nuestros servicios básicos (educación y sanidad con recortes anunciados muy relevantes). Puede que nuestro mapa económico y social quede otra vez transfigurado nuevamente.
En síntesis, a expensas de la capacidad de respuesta de algunas empresas exportadoras y el turismo, nuestra economía se encuentra en la “unidad de cuidados intensivos” asimilando el duro impacto inmobiliario y financiero y sin remediar nuevas indigestiones derivadas de los nuevos ajustes y recortes en ciernes. Una situación excepcionalmente grave requiere de políticas menos pasivas, más imaginativas y de una buena dosis de liderazgo.