El enemigo público número uno del Bitcoin

La alternativa del dinero fiduciario que surgía en 2010, el bitcoin, está teniendo una aceptación creciente tanto en el ámbito público, como en el ámbito privado. Ya nadie discute su éxito. Buena muestra es que durante el mes de agosto de este año 2017, el valor de bitcoin no ha parado de subir. La moneda virtual más famosa se llegó a situar en los 5.000 dólares.

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Sin embargo, las medidas tomadas por varios reguladores financieros y las declaraciones vertidas por ilustres miembros de Wall Street, ha puesto nombre y apellidos a algunos enemigos de la criptomoneda.

En primer lugar, las Autoridades Chinas, han prohibido que las empresas e individuos del país realicen colocaciones de criptodivisas, es decir, se ha prohibido la financiación mediante la Initial Coin Offering (ICO). Los ICO se habían convertido en China en una rápida forma de recaudar grandes sumas de dinero con poca o ninguna supervisión regulatoria. Así, el Gobierno chino y el banco central del país, han justificado su arbitraria decisión en que tal manera de financiación es un mecanismo ilegal, que se trata de una financiación que no está autorizada por ninguna autoridad y que supone un fraude (sic.), además de poder servir para blanquear de dinero. Ante ello, han establecido su prohibición. En China además de prohibirse la financiación mediante ICO se ha ordenado el cierre de las bolsas de bitcoin

Pero el enemigo no solo está en el gigante asiático de dudosa reputación democrática y liberal, sino que también en algunos de los países del denominado primer mundo. Así­, el principal regulador financiero de Reino Unido, la Financial Conduct Authority (FCA) también ha intentado sembrar dudas, advirtiendo del supuesto alto riesgo que supone el uso de las criptomonedas como mecanismo para obtener fondos, pues en palabras del órgano regulador, se trata de inversiones especulativas. Literal.

Asimismo, a las restricciones establecidas por los reguladores financieros, hemos de añadir las afirmaciones vertidas por uno de los hombres más poderosos de Wall Street, Jaime Dimos, consejero delegado de JP Morgan Chase, quien clasifica a la criptomoneda de «fraude», llegando incluso a manifestar que se trata de una burbuja incluso peor a la del tulipán que tuvo lugar en los Paí­ses Bajos en el siglo XVII.

No seremos nosotros quienes desmintamos o pongamos en entredicho tan apocalí­pticas predicciones. fin-tech.es tiene voces mucho más autorizadas en la materia: 

Aquí­ lo que intentamos poner en entredicho es que se utilicen las leyes para capar las posibilidades de desarrollo de un avance tecnológico. Es obvio que se ha de regular, sobre todo para proteger aquellos intereses de usuarios y terceros que puedan verse en juego;  pero todo en su justa medida. Hoy por hoy, en el mundo occidental en el que vivimos, la hiperregulación se ha convertido en uno de los grandes enemigos de los avances tecnológicos.

Aunque resulte paradójico, cabrá preguntarse si Thomas Alva Edison lo tendría más fácil o más difícil para lograr que la bombilla llegase a los hogares de todo el mundo. Seguramente hoy tendría que sortear muchos más trámites burocráticos. Además, cuando ya hubiera cumplido todos los requisitos, algún organismo crearía una nueva norma ad hoc en contra de tal infernal invento, en pos de evitar cualquier riesgo para la salud de los consumidores. También habría que escuchar al lobby de antorchas, claro.


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