Investigadores del Organic Electronics Group de la Universidad de California, Berkeley, están trabajando en sensores impresos de vapor para narices electrónicas que puedan, por ejemplo, detectar si el vino se ha estropeado o el contenido de un bote de medicina se ha deteriorado.
La mayoría de los semiconductores orgánicos son sensibles a al entorno pero, desgraciadamente, suelen mostrar sensibilidad a múltiples vapores y no son específicos. Por suerte, la especificidad se puede lograr alineando los transistores de láminas delgadas con diferentes materiales de canal y realizando una posterior confrontación con patrones.
En comparación con una nariz solo de silicio, este sistema ofrece una sensitividad y una especificidad similares a un coste inferior. Las narices de silicio suelen requerir una máscara adicional por elemento sensor y, a menudo, precisan muchos elementos para obtener una elevada especificidad. El uso de sensores impresos con elevada especificidad funcional elimina estas necesidades y debería permitir la realización de narices integradas con un coste de menos de 5 céntimos; más de 1000 veces más barato que las narices electrónicas actuales. A largo plazo, debería ser posible integrar el procesado de señales en la propia plataforma orgánica.
Fuente: Nanowerk