Kraft, el gigante de los alimentos procesados, y un grupo de laboratorios de investigación están ocupados trabajando en ‘alimentos programables’. Uno de los productos en los que están trabajando es una bebida sin color y sin sabor, que el consumidor pueda diseñar a posteriori, cuando ya la haya comprado. De este modo, una vez que llega a su casa, el consumidor podrá elegir el color y el sabor que le gustaría que tuviese la bebida, así como los nutrientes que ésta debería contener. Para obtener un producto u otro se utilizará un transmisor de microondas correctamente ajustado (seguramente, también lo venderá Kraft).
Esto activará una serie de nanocápsulas (cada una de ellas alrededor de 2.000 veces más pequeña que el ancho de un cabello) que contienen las sustancias químicas necesarias para la bebida elegida: tono verdoso, sabor a grosella con un toque de cafeína y omega-3, por ejemplo. Estas sustancias se disolverán, mientras todos los otros ingredientes posibles pasarán por el cuerpo dentro de sus respectivas nanocápsulas y no se utilizarán.
Todas las principales empresas de alimentos están invirtiendo en nanotecnología y el gobierno europeo ha destinado 2,5 billones de euros para la investigación en este campo durante los últimos 8 años. Los nanoalimentos y su empaquetado están en camino porque el sector de la alimentación ha visto en ellos una oportunidad para obtener grandes beneficios: para el 2010, según los analistas, el negocio valdrá unos 15,5 billones de euros al año. Y existe ya un prototipo de chicle al estilo Wonka que, por medio de unas nanocápsulas, ofrece la sensación de estar comiendo chocolate de verdad.
Fuente: The Observer