La idea de Barry Marshall consistía en modificar genéticamente la bacteria Helicobacter pylori para incorporar en ella una pequeña parte de los microbios causantes de enfermedades contra los que se quiere vacunar. Cuando se ingiere una pequeña dosis de bacterias modificadas, éstas se desarrollan con normalidad en el intestino. Y a medida que crecen las Helicobacter, lo harían también los pequeños pedazos, por ejemplo, de gripe o hepatitis C, contenidos en ellas. Estos pequeños pedazos de patógenos podrían ser identificados por el sistema inmunológico y dar lugar, como resultado, a la producción de anticuerpos protectores, propuso Marshall.
Marshall y sus colegas han estado persiguiendo esta idea desde hace algún tiempo y, recientemente, las cosas se han acelerado. En los últimos cinco años –señala Marshall para Weekend Health–, la compañía creada por él para el desarrollo de esta tecnología denominada Ondek, ha generado 5,2 millones de dólares en fondos privados, de los cuales 3,1 millones de dólares se recaudaron en los últimos 12 meses.
Y en un congreso sobre vacunas en Singapur el mes pasado, Ondek informó sobre los resultados de un ensayo clínico inicial que muestra que algunas cepas de H. pylori tuvieron efectos benignos en el estómago humano induciendo, al mismo tiempo, una respuesta inmune.
Ondek planea conseguir la aprobación para una nueva ronda de ensayos clínicos en los que se insertaría en la bacteria un gen de virus de la gripe.