Probablemente lo habrán observado: cuando dan por la tele algún partido de fútbol de interés, la publicidad predominante es la de las casas de apuestas. “Apuesta ya”, dicen, “apuesta ahora, te regalamos los 50 primeros euros” (emplean el tuteo, que es lo ‘moderno’, lo ‘guay’, aunque hable alguien que no has visto, ni verás, en la vida) incitando a que se hagan apuestas antes y durante el partido en cuestión. Se puede apostar a que marque un gol Fulanito, al resultado final, a que haya gol de Menganito de saque directo, a que haya penalti, a que lo fallen y, así, le pueden tener en vilo y aguantar dando saltitos frente al televisor, para aplazar la ida al wáter porque la vejiga aprieta.
¿Y a quién va dirigida la invitación a jugar, a apostar? A todos. Sin distinción de sexo ni edad. ¿O le vas a prohibir a un menor que vea el partido de ‘su’ equipo? Y como las apuestas son ‘en línea’ (“descárgate la app, es gratis”) y la práctica totalidad de los adolescentes y jóvenes tienen móvil, pues qué bien. Todo son facilidades: es anónimo, rápido, y no precisa de grandes cantidades de dinero… ¿qué puede ser más cómodo para un adolescente? El resultado es preocupante. La memoria de la ONG ‘Proyecto Hombre’ alertan del aumento de jóvenes y adolescentes adictos al juego y a las apuestas.
Alarmante.
Varios ayuntamientos se han aprestado a colaborar con las asociaciones de ayuda las cuales indican que, “al menos tres menores al día piden ayuda por estar enganchados a juegos de azar”.
Aterrador.
Pero las medidas que se adoptan por parte de los mandos no convencen a los expertos. La publicidad no respeta el horario restringido, y la autoridad competente no se la hace respetar, está en vallas y camisetas de jugadores, algunos de éstos más famosos, como Neymar y Ronaldo, prestan su imagen –y la cobran, claro– a las casas anunciantes de apuestas, así que nadie impide a los jóvenes apostar y jugar, de hecho muchos de ellos lo ven como algo normal, como un juego. Creen que es una forma fácil de ganar dinero y les ayuda a evadirse de otros problemas en su vida.
Desde el Gobierno de la nación, tampoco se ayuda. En plena calorina lanzan la campaña de la Lotería de Navidad. Y picamos. Como en verano hay muchos desplazamientos, “compremos aquella de Galicia o de Asturias. Por si acaso.” Especial detenimiento merece esto de las loterías y apuestas del Estado, organismo dependiente del Ministerio de Hacienda cuyo insaciable recaudador titular, Montoro –‘el ministro de la vocezuela’ como lo definió Javier Marías– introdujo el ‘siempre (me) toca’. No solo cobra la papeleta, también exige que el afortunado jugador que logre un premio le pague el 20 por ciento del mismo. Dicho en otras palabras: “Tú dame 20 euros por el décimo, si no sale premiado, te jodes; y si te tocan más de 2.500 euros, me quedo con el 20 por ciento”. Perfecto. Lo suyo es de él y lo nuestro, también. Con un par…
No. No ayudan.
Y volviendo a las casas de apuestas, su publicidad nos dice a veces, en letra más pequeña, aquello de “juegue de forma responsable”. Pues mire usted, entonces, no juego que es lo verdaderamente responsable.