Como persona educada, en esta mi primera carta que le dirijo comienzo dándole la enhorabuena, señor ‘Mercado’. No es que me satisfagan sus triunfos, pero resulta obligado reconocerlos: ha conseguido usted solito que los dos principales partidos políticos de mi país se pongan de acuerdo. Y nada menos que en reformar la Constitución. En tiempo record. Interrumpiendo vacaciones. Con nocturnidad y ‘agostesía’. Sin referéndum. En plenitud de la campaña electoral permanente que padecemos los españoles.
Usted, señor ‘Mercado’, sentado con café, copa y puro alrededor de una mesa cercana a Wall Street o a la sede de cualquier Bolsa de Valores (¿ha dicho valores?) dando órdenes a los ‘corros’ (“vende aquí”, “vende allá”, “no compres deuda”) ha puesto de rodillas a los políticos, quienes ya no aspiran a obtener el poder para ‘transformar’ la realidad sino para ‘administrar’ la realidad que usted representa, señor ‘Mercado’. Una realidad tan cruda como muestra el siguiente dato: el mundo produce alimentos en cantidad capaz de dar de comer a 12.000 millones de personas –5.000 millones más de los que lo habitamos– y sin embargo todos los días mueren de hambre miles de seres humanos, niños en su mayoría. Muy bien por usted, señor ‘Mercado’. Y mejor aún por nuestros genuflexos dirigentes, del gobierno y de la oposición, tan preocupados ellos por el bienestar social.
Enhorabuena, señor ‘Mercado’. Nos procuró usted una crisis económica de tamaño elefantino que nos embistió a la velocidad de una incontrolada manada de búfalos, los cuales pisotearon y cornearon a los de siempre mientras que los principales colaboradores de usted, señor ‘Mercado’, permanecían donde estaban o se marchaban de rositas y con las alforjas llenas. Excepto en Islandia, cuya ejemplar ‘revolución silenciosa’, y casi silenciada, los envió entre rejas. Allí están bien. Aunque no tanto como usted, señor ‘Mercado’, cuyo poder aún es capaz de que la mayoría de la sociedad (excepto en Islandia, recuerde) mantenga el pensamiento crítico en estado de hibernación. Algún día despertará. Espero.
Gines, me ha gustado la frase en la que dices "ha puesto de rodillas a los políticos, quienes ya no aspiran a obtener el poder para ‘transformar’ la realidad sino para ‘administrar’ la realidad que usted representa, señor ‘Mercado’", todo el artículo está muy fino…
Los economistas suponemos que el mercado es anónimo, una gran concurrencia de oferta y demanda, pero la realidad es que, probablemente, en un mes de agosto, un grupo de inversores, con capacidad de influir en algunos "analistas" y "medios", puede campear a sus anchas, con grandes ganancias… en plena tormenta "perfecta"…
Y miestras los políticos se dedican a observar y esperar al mercado…
Bueno, bueno… que el catedrático de Economía Andrés Pedreño califique de 'magnífico' mi artículo sobre el 'Señor Mercado' (el financiero-especulativo, claro) me halaga mucho, a pesar de que, como saben quienes me conocen, mi cuota de vanidad es más bien pequeña. Yo lo achaco a su generosidad. Y no menos generosa es María Milagros Pérez. Ello me anima a seguir. Y también a pedir al profesor Pedreño que algún día me dé una clase elemental sobre algunas cosas que no entiendo de la actual situación. No sé si esta petición es demasiado osada, pero ahí va. Gracias a ambos.
Acabo de conocer su blog a través del señor Pedreño, y no tengo más que darle mi sincera enhorabuena por su artículo. Se puede decir más alto, pero no más claro; y esta es la realidad, aunque unos nos quieran tapar los ojos, y otros escondan la cabeza bajo el ala.
Un saludo cordial.
Pedro Atienza