Internet de las cosas en 2013 (agricultura, deporte, ciudades…)

Según Technology Review, 2013 es el año de la «Internet de las cosas»

La «Internet de las cosas» probablemente ya influye en nuestras vidas. Y si todavía no lo hace, según los científicos, pronto lo hará.

En 1999, un técnico llamado Kevin Ashton señaló que casi toda la información disponible en Internet –apenas unos 50 petabytes– por aquel entonces, había sido capturada o creada por el hombre en forma de texto, fotos, videos, etc.
Ashton sugirió que probablemente esto cambiaría en un futuro no muy lejano, a medida que los ordenadores llegaran a ser capaces de generar y recopilar datos por sí solos, sin supervisión humana.

Las tecnologías necesarias para ello son relativamente simples: etiquetas RFID para el seguimiento de objetos; sensores de baja potencia para la recopilación de todo tipo de datos, desde la temperatura y la calidad del aire a la detección de pasos y movimientos; y, por último, actuadores eléctricos de baja potencia capaces de activar y desactivar cualquier cosa, como las luces, los sistemas de calefacción y aire acondicionado, las cámaras de video, etc.

Ashton llamó a este sistema «Internet de las cosas» y puso en marcha una serie de empresas e iniciativas para empezar a trabajar en ello.

Desde entonces los avances han sido aparentemente lentos. Los consumidores se han visto abrumados por la idea de controlar a distancia una tostadora a través de Internet y se han mostrado incrédulos ante la afirmación de que su nevera pudiera comprar la leche antes de que se agotara.

Sin embargo, hoy en día, Arkady Zaslavsky y sus colegas de la organización nacional de investigaciones científicas CSIRO, en Australia, han mostrado cómo las tecnologías habilitantes que Ashton imaginó han madurado rápidamente y que la «Internet de las cosas» está, finalmente, a punto de convertirse en la norma.

Según ellos, esto está creando una nueva generación de desafíos. Los grandes volúmenes de datos que la «Internet de las cosas» genera han de ser enrutados, capturados, analizados y puestos en práctica de manera adecuada y a tiempo. Averiguar cómo hacerlo no será una tarea sencilla.
Estos problemas se están abordando ya de formas innovadoras que ponen de manifiesto la capacidad de la «Internet de las cosas».

Un caso de aplicación en la agricultura de Australia

Por ejemplo, cada año, en Australia, los biólogos plantan, en alrededor de un millón de parcelas, diferentes tipos de grano para ver cuáles crecen mejor en una amplia variedad de condiciones. Estas parcelas están situadas por todo el país y constituyen una pesadilla logística para el equipo, relativamente pequeño, que debe supervisar tanto las condiciones ambientales como la tasa de crecimiento de las plantas.
Su solución es una red de sensores inalámbricos que monitorizan lo que está pasando y envían los datos al High Resolution Plant Phenomics Centre de Canberra que realiza los experimentos.
Actualmente, estos sensores están repartidos en tan sólo 40 sitios y generan unos 2 millones de puntos de información por semana.

Sin embargo, la adopción generalizada de este tipo de tecnología parece que va a revolucionar este tipo de pruebas. Es más, están surgiendo varios servicios basados en la nube que han sido diseñados para ayudar a manejar este tipo de sensores y los datos que producen.

Internet de la cosas y las ciudades inteligentes

Hay numerosos ejemplos. Varias ciudades han equipado sus redes de transporte con sensores que transmiten la posición de los autobuses, tranvías y trenes, y ponen esta información a disposición del público. Existen diversas aplicaciones innovadoras que proporcionan a los pasajeros actualizaciones en tiempo real de la posición y la hora probable de llegada de su siguiente enlace.

Otros sensores monitorizan las condiciones del tráfico permitiendo la optimización en tiempo real del flujo de tráfico.

Internet de las cosas y el rendimiento deportivo

Otro ejemplo de la «Internet de las cosas» es la adopción generalizada de la tecnología de sensores para monitorizar el rendimiento deportivo. Los sensores de Nike+ y Fitbit recopilan información sobre los entrenamientos y la envían a un servidor central al que los usuarios pueden acceder para analizar su rendimiento. La recogida y la transmisión de información tiene lugar, en gran medida, sin ninguna intervención humana.

Luego están las aplicaciones emergentes para la vida cotidiana. Ninja Blocks es una nueva empresa australiana de tecnología punta que está desarrollando una tecnología que permite que cualquier persona pueda supervisar y controlar remotamente su hogar a través de Internet.. La compañía planea sacar al mercado su segundo lote de dispositivos en marzo.
El mensaje de Zaslavsky y sus colegas es que la «Internet de las cosas» está madurando y creciendo a un ritmo exponencial. Si todavía no influye en nuestra vida de un modo evidente, pronto lo hará.

Fuente: 2013 The year of the Internet of Things, Technology Review

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