viernes, octubre 13, 2006

Hablar sobre el envejecimiento

Oí el otro día que a alguien le dijeron que hablaba mucho de su edad. Tiene 73. Ella defendió firmemente su derecho a compartir con otras personas la clase de experiencias que hemos procurado identificar en estas publicaciones. ‘Para mí esto es importante’, afirmó ella, ‘por eso quiero hablar sobre ello’. Y claro que debería. Yo estoy de acuerdo con ella, aunque soy consciente de los peligros. Si la confesión es buena para el alma, la expresión puede ser beneficiosa para la mente. Hablar solo con el espejo no tiene gracia. Hay tantas cosas que son nuevas en estos últimos años de vida. Guardarlas todas dentro puede convertir lo que de otro modo es curioso o raro, en algo que parece inquietantemente malo. No podemos exigirlo, pero realmente a veces necesitamos un público.

Supongo que hay que esperar por la persona adecuada en el momento adecuado. La paciencia de los jóvenes es limitada con los ancianos. Ellos los pueden ver como personas que esperan en la parada del bus, intentan entablar amistad con niños pequeños, no encuentran oportunidad de pagar en la caja y empiezan frases que no terminan. La velocidad lo es todo hoy en día. ¡Los ancianos son lentos!

Los de mediana edad se esfuerzan tanto por no envejecer que no quieren que nadie les recuerde el panorama que les espera. Cuando yo todavía era uno de ellos, solía oír a mi madre decir una y otra vez que desearía estar muerta. Nosotros todos le asegurábamos que la queríamos viva, olvidando que en realidad necesitaba decirnos esas cosas. Esta fue su historia. Débil y viuda, se le acabaron las ganas de vivir. Deberíamos haberle dejado decírnoslo.

De hecho, aquellos de nosotros que continuamos envejeciendo somos portadores de una experiencia que podría ser valiosa para cualquiera si más gente nos dejara compartirla. Somos los guardianes de una dimensión de la vida en la que la mayoría de la gente entrará algún día. Tenemos frustraciones y temores y tendemos a quejarnos mucho, pero también hay una resistencia y un valor en nosotros, incluso una serenidad, que también nos gustaría expresar. Ha sido duro llegar hasta aquí y estos conocimientos que hemos tenido que aprender no deberíamos guardárnoslos para nosotros.

…así que, por favor, ¿podemos contarlo? Podría ser beneficioso para otras personas, ¡además de para nosotros!