Miguel de Cervantes. Obras literarias

Cuando en 1605 Miguel de Cervantes publicó la primera parte de su novela «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha» contaba ya 57 años, una edad avanzada para su época, teniendo en cuenta que la esperanza de vida estaba en torno a 45 años. Hasta esa fecha de 1605 su producción literaria era corta y poco memorable.

Miguel de Cervantes. Obras literarias

Miguel de Cervantes: una vida difícil

Además, su existencia había sido de todo menos placentera. Ni siquiera cómoda.

Su vida había sido azarosa, llena de dificultades familiares, legales y económicas, con episodios muy penosos como guerras, heridas graves e incluso prisiones, un largo y doloroso cautiverio de cinco años en Argel en manos de los berberiscos, con sucesos de todo tipo, como intentos de fuga y actos generosos y heroicos.

Obras literarias antes de 1605

Antes de la primera parte de El Quijote había publicado una novela pastoril en 1585, «La Galatea«, que no era mala pero con escaso éxito, y una notable «Epístola a Mateo Vázquez«, en tercetos, dirigida al poderoso Secretario del Rey Felipe II, al tiempo que le pedía ayuda desde Argel, que, si bien hoy es muy conocida, en su momento no tuvo ni eco ni respuesta.

Obras literarias después de 1605

Pero 1605 es el clímax de su vida. El éxito de Don Quijote fue fulgurante y sorprendente, hasta para el propio autor: antes de 1610 ya existían 13 ediciones publicadas, en 1612 se tradujo al inglés y en 1614 al francés. Indudablemente se ganó el favor del público lector, aunque la crítica no fue muy generosa, y bastante menos los escritores coetáneos suyos. Aún así, Cervantes estaba muy satisfecho.

Pero, inexplicablemente, esperó diez largos años antes de regalar a su público la continuación de su aclamada obra. Se dedicó a publicar otras obras: «Novelas Ejemplares» (1613), «Viaje al Parnaso» (1614), «Comedias y Entremeses» (1615) y, póstumamente, «Los trabajos de Persiles y Segismunda» (1616).

No es hasta finales de 1615 cuando aparece la esperada «Segunda parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha«, en cuyo Prólogo anunciaba tanto el Persiles como que estaba trabajando en una segunda parte de «La Galatea«.

Una auténtica carrera contra el reloj biológico después de tantos años de silencio, cuando ya no era joven ni gozaba de buena salud: ya en Argel había sido calificado de un «estropeado español»… y habían transcurrido 35 años!!!

La incógnita que subyace es ésta: ¿lo tenía todo escrito sin publicar o estaba todo en su cabeza?

De lo que se trasluce de sus declaraciones en los Prólogos de sus obras, todo estaría más o menos desarrollado mentalmente, es probable incluso que tuviera diferentes versiones, pero precisaba de un tiempo para convertir, mejorar y transformar sus ideas en libros.

Sus libros son obras pensadas y no apresuradas. Están bien elaboradas, aunque a veces no lo parezcan, y dotadas de una excelencia que Cervantes y «sus amigos» reconocían y valoraban.

El hecho de que tardase nada menos que diez años en publicar la continuación de su obra más famosa, que había gozado de un éxito tan inmediato y relevante, e incluso quizá desdeñando el eco despertado, nos hace entrever la personalidad de Cervantes: su aplomo y serenidad, la confianza en sí mismo, su perfeccionismo y afán de lograr la obra perfecta, que es, sin duda, su segundo Quijote, desmintiendo totalmente el aserto tan repetido de que «nunca segundas partes fueron buenas«.

Miguel de Cervantes. Obras literarias

El final perfecto: la muerte de Don Quijote

En 1614 se publicó la continuación apócrifa de El Quijote, llamado «de Avellaneda», por el seudónimo utilizado por el desconocido autor, quien se aprovechó del silencio cervantino aunque su intento rivalizador resultó un fracaso.

Es un hecho que a Cervantes no le gustó nada la falsa continuación y en el Prólogo de la Segunda Parte se refiere a ella con desdén e ironía, e insiste en que hará todo lo posible para que no haya posibilidad de nuevas invenciones que puedan tergiversar o desvirtuar a su «criatura».

Así es: Don Quijote muere en su cama tras recobrar la cordura y ahí finaliza el viaje, la aventura… los locos e imposibles sueños.

«Señores, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo. Fui Don Quijote de la Mancha y soy agora Alonso Quijano el Bueno«.

¿Puede haber una despedida del mundo más sencilla y sosegada?

Y añade después Miguel de Cervantes:

«… dio su espíritu. Quiero decir que se murió«.

Poesía y realidad. Se acabó la magia. La realidad se impone y triunfa finalmente, tanto en la vida como en la literatura.

2 Respuestas

  1. Jonnathan Zuñiga 8 años ago
    • euroresidentes 8 años ago

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