Amor de padres

¿Nuestro amor de padres perjudica a nuestros hijos?

Cada vez que pienso en esta cuestión me acuerdo de un vídeo de unos aficionados grabada en el río Kruger. Se trata de una historia entre búfalos y leones, los primeros luchan por salvar a una cría ya atrapada a las orillas del río y que se disputan cocodrilos y leones. Recomiendo que vean el vídeo con sus hijos si no lo han visto ya (es uno de los «clásicos» de Youtube).

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Video

Amor de padres: falta o exceso de cariño

El amor de los padres está en la naturaleza. Todos los animales lo tienen hasta el punto de no dudar en arriesgar sus vidas para salvar a sus hijos. Es lo que ha explicado la supervivencia de las especies y la prolongación de la vida en nuestro planeta. En su vertiente natural es algo instintivo, grabado en nuestros genes. Quizás el problema viene cuando los humanos lo racionalizamos y/o socializamos. En nuestra sociedad se dan los dos extremos: la falta y el exceso de cariño.

Nuestra sociedad es acaparadora de los adultos social y laboralmente hablando. En muchas familias acomodadas es palpable la escasez de tiempo para atender a los hijos; esa falta de atención trata de ser compensada y suplida por la concesión de un bienestar material que, en muchos casos, llega a alcanzar el despilfarro y una influencia negativa en los hijos. En estos casos hay una actitud hacia los hijos que puede caer en:

  • Educación muy permisiva en general.
  • Excesivo tiempo en juegos (TV, Play Station, videojuegos…) y otros caprichos.
  • Permitir actitudes caprichosas y escasa capacidad para asimilar la disciplina.
  • Educación sin valores.
  • Escasa comunicación entre padres e hijos.

En la adolescencia esa «siembra» educativa suele traer consecuencias muy negativas que revierten en una mayor incapacidad de comunicación entre padres e hijos y una preocupante actitud de los adolescentes hacia la vida en general.

Tan mala es la falta de cariño como el exceso de cariño, especialmente si va traducido en actitudes excesivamente proteccionistas hacia los hijos. Estos deben aprender a ser independientes, a valerse por si mismos, a asumir sus propias experiencias, que en definitiva, les convertirán en personal adultas.

Dosificar nuestro amor de padres es una tarea compleja, pero imprescindible a la hora de no influir negativamente en nuestros hijos: ni por exceso, ni por defecto.

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2 Respuestas

  1. Anónimo 16 años ago
  2. Anónimo 16 años ago

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