La respuesta correcta es sí. Estas horas de distracción deben ser "sagradas" y de la mejor distracción posible para recuperar un descaso rehabilitador para nuestro cerebro.
Además serán unas horas dedicadas al ocio y la diversión con la ventaja de ir "con el deber cumplido", relajado y sin la tensión de que deberías estar estudiando.
Los buenos estudiantes no renuncian a estas horas de distracción, porque saben que su cerebro las necesita para estar en "buena forma". Bien distribuidas y planificadas para disfrutar intensamente, el buen estudiante puede obtener de sus padres privilegios (ir la cine, a la bolera, con los amigos, probar un nuevo juego de la Play, Internet, etc. etc.). Los padres deben animar al buen estudiante a que no renuncie a sus horas de distracción.
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Además con la ventaja de que cuando se aproximen los exámenes mientras la mayoría de los estudiantes están "pringaos" estudiando sin parar un minuto, los buenos estudiantes pueden seguir teniendo sus horas programadas de diversión. Esto por no hablar de las ventajas de pasar un buen verano con todo aprobado.
La aplicación de un buen método de estudio tiene, pues, muchas ventajas de cara a la distracción y diversión:
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